Después del final

Puertas tapiadas, silencio que solo era interrumpido por los quejidos de las criaturas que tiempo atrás fueron humanos; llegaba a echar de menos el trato con las personas, platicar con alguien; la extinción era inminente, no, la extinción ya era un hecho y su vida no tenía sentido. Lo sabia pero no quería rendirse, aun no.

-¿Que te mantiene aquí? El fin ya ha pasado, antes habían oportunidades, pequeñas pero estaban. Ya no puede haber un lugar para ti, porque ya nada existe, nada ni nadie.

Su mirada estaba fija en un charco de agua, o mas bien en su reflejo que en momentos se distorsionaba por lagrimas que caían sobre el agua, este pareció sonreír, era normal que sintiera miedo, ¿estaba enloqueciendo?. 

"Vives porque eres un sobreviviente, un día mas, una oportunidad mas". 


El albino se secó las lagrimas sin creer lo que veía ni en lo que escuchaba ¿en verdad su reflejo en el agua le hablaba? 


"...No podrás encontrar el oro al final del arcoiris, si no lo sigues..." 


El momento en el cual la locura pareció controlarlo llegó, estuvo a punto de responder al reflejo si no hubiera sido por el ruido de unas cadenas.

-¿Tu... otra vez?

En la distancia vio a un monstruo, uno que vio bastantes veces antes, uno que parecía perseguirlo, un arma biológica que iba arrastrando cadenas sujetas a sus muñecas con garfios en los extremos, su piel parecía corroerse con su propia sangre, como si de ácido se tratara, y al mismo tiempo se recuperaba. Como las veces anteriores optó por la decisión mas inteligente: correr, correr hasta sentir que sus piernas dejarían de funcionar, alrededor de una hora pasó corriendo, y asi llegó a la iglesia, donde se ocultó.

-Lo conseguí, lo he perdido...

Recorriendo con la mirada aquel lugar se dió cuenta de que estaba en la iglesia y si bien no Estaba seguro de la existencia de un alma en su interior, aprovechó el momento para rezar por esta, y por un brillante camino para las almas de las victimas de el desastre biológico que cada día parecía empeorar.